viernes, 26 de agosto de 2011

Miedo a nosotros mismos

Ser fuerte no quiere decir cantar una canción sobre lo mala que es el resto de la humanidad y quedarte tan ancho, sino que aparte de cantar esa canción, tienes que coger el toro por los cuernos y enfrentarte a aquello que te da más miedo. ¿Los demás te dan miedo? ¿Te da miedo lo que digan sobre ti a tus espaldas? ¿Que finjan ser tus amigos para después dejarte de lado? Tonterías. El verdadero miedo es el que nos tenemos a nosotros mismos. Ese miedo que nos impide avanzar, hacer aquello que más nos gusta, porque simplemente no nos vemos capaces de ello. 




Es evidente que la opinión de los demás siempre puede hundirnos o llevarnos a lo más alto, pero no tenemos que olvidar para quién hacemos todo lo que estamos haciendo. ¿Quieres hacer feliz a los demás o a ti mismo? Si no encuentras respuesta para esta pregunta, amigo mío, estás perdido. Los demás siempre te pueden fallar, siempre pueden dejarte si ven que no van a sacar nada de ti, pero la única persona que tendrás contigo toda tu vida eres tú mismo. Si no te haces feliz a ti... ¿qué te queda? 
Con esto no quiero decir que tenemos que escondernos de los demás para que no llegue el día que nos hagan daño, doy fe de que me han hecho muchas veces daño, pero no por eso he dejado de creer en aquellas personas que siempre están ahí. Simplemente, he llegado a la conclusión de que también necesito quererme a mi misma tal y como soy, con todos mis defectos y todas mis fortalezas, pero sobretodo con todos mis miedos. Los acepto, sé que están ahí y poco a poco les voy poniendo remedio. Sólo se necesita tiempo para superarlos y un poco de paciencia, nada dura para siempre y los miedos menos, sólo tenemos que aprender a luchar contra ellos y a echarlos de nuestra vida. 


Ten fe en ti mismo. Eso es lo que te salvará de la oscuridad y te hará ver la luz otra vez. 

lunes, 22 de agosto de 2011

Cosas que pasan y...

que te las buscas. Seamos sinceros, ¿cuántas cosas de las que han pasado en nuestras vidas han sido buscadas? Después nos quejaremos que no nos lo esperábamos, que esto no tenía que ser así, pero todo lo contrario. Nuestra cabeza, que a veces tiene un sentido del humor un poco retorcido, es capaz de prever muchas de las cosas que nos pasan. ¿La escuchamos? No. ¿Hacemos algo para solucionarlo? Tampoco. Es más fácil dejar pasar el tiempo, creer que todo se solucionará con un poco de paciencia, que si nos quedamos quietecitos, puede que la suerte nos sonría. 
Seguid esperando y veréis pasar vuestra vida por delante de los ojos, veréis escapar un montón de oportunidades, un montón de sueños y un montón de sonrisas que habríais podido provocarlas vosotros. 
Lo siento, pero este tren no pasa dos veces, si no te subes ahora, nunca más podrás volver a alcanzarlo, porque la vida no es como la película Tic-tac, aquí nadie te ayudará a tirar el tiempo atrás. Lástima, porque cuando era pequeña era mi película favorita, que triste. Aunque cuando creces, te das cuenta que hay cosas que por mucho que las esperes, nunca suceden. 

Por todo esto, he decidido jugarme el todo por el todo. Que me equivocaré, seguro, pero espero no tener que lamentar no haber tenido suficiente valor para decir/hacer lo que deseo. 


Entrada dedicada a dos personas que este sábado pasado me enseñaron muchas cosas, más de las que esperaba en un principio. A veces, si tienes paciencia y juegas bien tus cartas, aunque el azar quiera que pierdas, puedes salir ganando. 

Sueños que al final se cumplen. No hay nada como tener un poco de paciencia, ¿verdad? ;) 

jueves, 4 de agosto de 2011

Estoy aquí

Mírame, ¿no me ves? Estoy aquí, esperando un momento que no llega, esperando una libertad que creía extinta, esperando, al final, quién sabe qué. Estas notas que escucho me transportan al mundo de los sueños, esta voz me hace recordar tantas cosas... tiempos mejores, tiempos peores, ¿qué más da? Sólo sé que mi cabeza evoca momentos que ya creía olvidados, momentos que vuelven una y otra vez a recordarme errores que ya creía enterrados. 
¿Seré menos perfecta para tus ojos si te digo que tengo miedo? Miedo de crecer, de dejar de soñar, de perderme entre mis pensamientos y no volver. Tengo miedo del mismo miedo. Pero, ¿quién no lo tiene? Miedo de perder, miedo de no volver a sentir esa calidez que me hace sonreír, miedo de perder esos brazos que son el salvavidas de mi cordura. 



Todos tenemos miedo de perder aquello que realmente nos importa, de perder todo lo que le da sentido a esta vida tan extraña. Mi mayor miedo es el silencio que queda detrás de una partida. Cuando lo oyes, le juras a tu corazón que será la última vez, porque este es uno de esos silencios que se te instalan en el corazón y que ni el tiempo, ni una nueva vida pueden borrar.