viernes, 15 de mayo de 2015

El gorrón

Este es el tipo de compañero de piso más común: el gorronius cabronius. Es el típico que nunca tiene nada en su armario y que cree que tu armario es su supermercado particular. Cuando el gorronius cabronius ha cogido confianza, evoluciona a gorronius hijoputensis. Este último, aparte de meter mano en tu armario, también toma como suyos los platos y tuppers que tienes en la nevera.

¿Qué pasa cuando el gorronius cabronius te roba un trozo de pizza? Que se convierte en gorronius extintus.

Fuera bromas. ODIO LOS GORRONES. Cuando tuve un ejemplar de estos en el piso, mi armario de la comida pasó a ser un caos porque si intentaba cogerme una latita de algo le caía una cascada de cosas encima. Vamos, que el tema del sigilo se le iba a tomar por culo (el hecho de que yo sea un poquitín desordenada no tiene nada que ver en este asunto). Pero eso no le amilanó, todo lo contrario. Recuerdo una vez que yo, con toda la ilusión del mundo, había comprado pizza para cenar. Como sobró bastante, la dejé en su caja en la cocina con la ilusión que, al día siguiente, tendría una merendola digna de un rey.

A la mañana siguiente, nos fuimos a pasear con mi novio, ahora ex, y cuando volvimos yo fui rauda como el viento a por mi pizza (luego me extraña que ganase algún que otro quilillo ese año). Cuando abrí la caja... vacía. Perdón, miento. Quedaba el típico borde de pizza que no quiere nadie porque sólo hay masa.

Admito que reaccioné mal. Muy mal. Fatal.

Me fui a mi cuarto a lloriquearle a mi novio. El hecho que mi novio no fuera a matarle en plan caballero andante ya tendría que haberme hecho ver que eso no podía durar, pero en fin, cuando conseguí recomponerme y recuperar algo de dignidad por el camino claro, la rabia inundó mi ser transformándome en una cosa verde sin... uy, que esto no fue así, que ya me invento cosas.

Fui a pedirle explicaciones.

Recreación:

-La vi en su cajita tan mona y pensé que la ibais a tirar y claro, me la comí, porque tirar comida es muy feo -Le faltaba el halo en la cabeza sólo, al muy...

-mmmm... pues no, era mi merienda hijo de la gran (insultos varios eliminados para no herir la sensibilidad de los lectores), así que ya estás llamando a la pizzeria y que traigan otra! Gorrón!! Te odiooo!!!! -Creo que eso no fue así, pero como es mi historia, la cuento como quiero hum.

- Sí, sí, te compraré otra cuando baje a comprar. -Una barata evidentemente, pensó (yo es que también se leer mentes).

En resumen, al final no hubo pizza, ni barata, ni cara, ni pintada. Pero durante el tiempo que vivió ahí lo estuve vigilando, aunque eso al gorronius hijoputensis parece que no le afectó en lo más mínimo.

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